A veces se ve una cometa, volando tan alto y tan sabiamente, que parece que casi conoce el viento. Viaja, puede posarse en un lugar determinado y no en otro, y no importa a que lado tires o corras de aquí para allá, la cometa cortara el hilo, buscara ella misma su sitio de descanso, y tu te precipitaras a buscarla con el corazón en la boca.
-¡Espérame!- Me grito.
Yo era como la cometa, de hilo cortado, y la sabiduría me llevaba lejos de ella que solo podía correr, atada a las cosa de la tierra, detrás de alguien tan alta, oscura y silenciosa… y extraña de pronto
-¡Allá voy!- Me volvió a gritar.
Y mientras corría, ella pensó: “Es siempre lo mismo, yo hablo, ella corre. Yo levanto las piedras, ella recoge el tesoro helado debajo de las piedras y… ¡Ya esta! Yo subo las lomas, ella grita desde lo alto de los campanarios. Yo tengo una libreta de ahorros, ella tiene el pelo en la cabeza, el grito en la boca, la remera sobre el cuerpo y las zapatillas en los pies ¿Por qué pienso que tiene mas cosas? Porque yo me siento en una piedra al sol y ella baila junto con los sapos a la luz de la luna, Yo apaciento vacas. Ella doma monstruos”
-¡IDIOTA!- Grito, nuevamente
-¡COBARDE!- Le grite yo… Pero allá vamos, seguimos juntas, pase lo que pase
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